Se cumplen veinte años de la interna que cambió el rumbo político del distrito

Por Raúl F. Uribarri

Corría el año 2003 cuando el status quo de General Paz fue sacudido por una disputa interna dentro del justicialismo que dio inicio a un divorcio político insospechado por aquellos años.

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El año 2003 era de transición en Argentina, después del fracaso del gobierno de la Alianza, tras la renuncia de Fernando De la Rúa y la sucesión de presidentes, se convocaba a elecciones para elegir autoridades y la crisis empezaba a replegarse después del auge de  Patacones y Lecops que reemplazaban a la moneda tradicional.

En aquel tiempo, la obra pública era casi inexistente y las administraciones nacionales, provinciales y municipales se contentaban con abonar salarios un poco en pesos y otra parte en bonos como Patacones o Lecop. Los proveedores del Estado cobraban como podían, y los programas jefas y jefes de hogar, más algunas cooperativas de trabajo, oxigenaban un poco a quienes había quedado excluidos del sistema.

Santiago Martín Salas era por entonces concejal, elegido el 24 de octubre de 1999 ocupando el primer lugar en la nómina de ediles de la lista que consagró a Edgardo Juan Uribarri como intendente municipal en lo que fue su segundo mandato y por lo tanto, era quien reemplazaba al jefe comunal en caso de licencia.

Fue precisamente en una licencia de Uribarri a principios del año 2002, que Salas al frente de Ejecutivo y con un grupo de “voluntarios”, emprendió algunas tareas como la construcción de un puente en el barrio del canal, además de pintar el monolito de la plazoleta General Paz.

El alto perfil que Salas asumió en los pocos días que duró su interinato no pasó desapercibido, sobretodo por el intendente Uribarri que se caracterizó siempre por un fuerte carácter y por una escasa tendencia a reconsiderar sus decisiones.

“Con “Pulga” (apodo de Edgardo Uribarri) no se jode”, era un latiguillo ampliamente difundido en el círculo del ex intendente, y la postura de Martín Salas fue considerada una afrenta por el jefe comunal que, fiel a su estilo, no aceptaría diálogo ni consideración alguna con el sector insurrecto.

En el medio del intendente y el concejal, que en lo formal oficiaba de vice jefe, estaba Juan Carlos Veramendi. Por entonces, el ex intendente cumplía funciones en el gobierno de Eduardo Duhalde y nadie ponía en duda para que lado se inclinaría en un posible duelo entre Pulga y Salas.

Y es que Edgardo Uribarri encabezó la lista de concejales en 1983 en la lista que catapultó a Veramendi a la intendencia de General Paz, y presidió el Concejo Deliberante hasta el año 1989. Uribarri se destacó en la presidencia del HCD, sobre todo en los primeros cuatro años cuando el oficialismo no tenía la mayoría en el cuerpo y se libraban acalorados debates donde no faltaba la presencia del intendente municipal para responder a las interpelaciones de los ediles opositores.

Veramendi supo formar un tándem muy especial con Edgardo Uribarri amalgamando el carisma y la capacidad de gestión del Vasco, con la disciplina y el orden que transmitía el contador Uribarri.

Presentación de lista de Uribarri (Foto: Mario Díaz)

No sorprendió a nadie que Veramendi apoyara incondicionalmente a Uribarri, como tampoco llamó la atención que Pulga impusiera su criterio de no negociar nada con los díscolos que se habían atrevido a cuestionar su liderazgo.

Salas había conformado un grupo de trabajo con muchos jóvenes, estudiantes, profesionales y contaba con el apoyo de algunos empresarios que preferían mantenerse en el anonimato. Si bien la postura de Veramendi puso en duda la continuidad del proyecto (Salas y sus allegados se habían ilusionado en que se mostrara neutral), el insospechado respaldo de Florencio Randazzo les dio el impulso que necesitaban.

Presentación de lista de Salas (Foto Mario Díaz)

Fue en un baño de la planta baja del municipio, en una visita oficial de Randazzo que por entonces era Secretario para la Modernización del Estado en el gobierno provincial que encabezaba Felipe Solá, que el funcionario, que luego sería jefe de gabinete del gobierno bonaerense y ministro de Néstor y Cristina Kirchner, les dijo a Martín Salas y a otros dirigentes que el futuro era de ellos y que debían terminar con el dominio de Veramendi y Uribarri.

Esas palabras, más unos números de teléfono y la posibilidad de ser recibido en algunos despachos oficiales, le dieron a Salas y los suyos el empujón que necesitaban para lanzarse definitivamente.

El búnker de Martín Salas estaba en la esquina de Casal y Mitre, donde ahora existe una tienda y antes una mueblería. Todos los días, alrededor de las 20 horas, sonaba fuerte la canción “Matador” de los Fabulosos Cadillacs y entonces hacía su ingreso el candidato a intendente que saludaba con estilo similar a Antonio Cafiero o Adolfo Rodríguez Saá.

Campaña 2003 (Foto: Mario Díaz)

La movida de este grupo que se denominaba “renovador” le dio una refrescada apariencia en las calles al peronismo. Pasacalles, paredones pintados, afiches y la presencia de bombos en los actos proselitistas  devolvieron un escenario que hace tiempo no se vivía en la política local.

Y es que la administración del contador Uribarri se caracterizó por mostrar cierta solemnidad que le valió el apoyo de algunos sectores que históricamente habían estado muy lejos de simpatizar con un gobierno peronista. Indudablemente, el desapego a la liturgia peronista era uno de los cuestionamientos que la oposición interna tenía sobre Pulga Uribarri.

Pero a la vez, Edgardo Uribarri tenía una base sólida fundada en el orden y la prolijidad de su administración a lo que le sumaba sus éxitos electorales, que no eran pocos ni intrascendentes.

En 1985, en la elección para renovar el Concejo Deliberante, Edgardo Uribarri encabezó la lista que  ganó cómodamente la elección. En 1994 en un comicio infartante  se impuso por solo 79 votos a Alberto Ferrante. En ese año el peronismo perdió en todo el distrito menos en Loma Verde que aportó los votos para revertir el resultado.

En 1997 su gestión fue plebiscitada en la legislativa que le dio una victoria por más de 700 votos sobre Defensa Comunal. En 1999 fue reelecto intendente y en la elección de medio término de 2001  volvió a imponerse sin sobresaltos.

Como se puede observar no eran mejores resultados electorales los que se le podían reclamar a Edgardo Uribarri. La demanda se basaba en  otro modo de hacer política algo que Uribarri no estaba dispuesto a discutir con nadie. Y para Pulga nadie era nadie.

Como se ha dicho, Edgardo Uribarri (se aclara que nos referimos a la función pública y política) era dueño de una personalidad muy fuerte. Señalado como uno de los pocos, sino el único,  capaz de decirle no al mismísimo Vasco Veramendi.

Para el intendente Uribarri que alguien se atreviera a enfrentarlo en público se convertía en un punto sin retorno. No habría manera de sentar a la mesa de Pulga a Martín Salas por más esfuerzos que hiciera Veramendi para que la sangre no llegara al río.

Y sin dudas, una de las pocas gestiones que Veramendi realizó sin éxito fue evitar la interna del 2003. Por más afán que pusiera, a pesar de la insistencia y de las reuniones con Salas y su más estrecho entorno, Vasco Veramendi tropezaría con la negativa de Edgardo Juan quien a esas alturas se obsesionaba con un triunfo en las internas.

Hay quienes sostienen que Pulga Uribarri había, y se había, prometido que al terminar su segundo gobierno, es decir en 2003, se iba a retirar de la función pública para dedicarse exclusivamente a su estudio contable. Según dicen, los cuestionamientos internos actuaron como un detonante para que  subiera la apuesta y se obstinara por un tercer período.

Mientras todo esto ocurría, cuando podría decirse que el peronismo después de 20 años en el poder se reinventaba, la oposición política continuaba girando en su mismo eje casi como un perro que intenta morderse su propia cola. Radicales y defensistas algún día deberían plantearse que en los últimos 40 años de la vida política del distrito, han sido más espectadores que protagonistas.

Finalmente, el domingo 30 de marzo en la escuela Nº 1 se desarrolló la elección del partido justicialista. A diferencia de las actuales PASO, aquella elección fue abierta pero no era obligatoria ni simultánea.

La plaza se colmó de gente. Partidarios, militantes y curiosos le daban el marco que la contienda merecía. Los resultados no depararon demasiadas sorpresas. Al fin y al cabo Salas era sólo un  concejal que se había atrevido a enfrentar a todo el poder municipal y a los dos dirigentes más importantes, influyentes y dominantes de aquel entonces.

De todas maneras, el sector rebelde consiguió la minoría y pudo colocar sus candidatos en la lista que ganaría la elección general el 14 de septiembre de 2003 para catapultar a Edgardo Juan Uribarri a su tercer mandato consecutivo como intendente de General Paz, consiguiendo el 51,84% de los votos y una ventaja de 1998 votos sobre Defensa Comunal que se ubicó como segunda fuerza.

2013. Diez años después de aquella campaña, en una asunción de Concejales en el HCD

Esa fue la última vez que Edgardo Uribarri se presentó como candidato para ocupar cargos locales.

Santiago Martín Salas no volvió a desempeñar la función pública.

Nada fue igual después de esa contienda. Al poco tiempo Veramendi y Uribarri se separaron y fueron por distintos caminos a las elecciones de 2005, pero eso es parte de otra historia.

 

 

 

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