
Para el Senasa, esta actividad regulada es de interés para la vigilancia epidemiológica de patógenos que circulan en animales silvestres como el jabalí.
En algunas provincias como Río Negro, Neuquén, La Pampa o Buenos Aires, se desarrollan actividades de caza reguladas, principalmente con fines deportivos, o vinculadas, por ejemplo, al control poblacional de animales exóticos invasores, como el jabalí. Esta especie suele ocasionar daños en la producción agropecuaria y en los ecosistemas locales, por lo que algunas jurisdicciones implementan esta estrategia de control como una herramienta complementaria para el manejo.
Para el Senasa, estas actividades son de interés para la vigilancia epidemiológica de patógenos que circulan en animales silvestres, como es el caso de la triquinosis, una enfermedad parasitaria y endémica en nuestro país. Al tratarse de una zoonosis, las personas pueden contraerla al consumir carne infectada que se encuentre insuficientemente cocida, o productos elaborados con carne de animales silvestres, que contengan en sus músculos larvas del parásito Trichinella spp.
Por eso, con el objetivo de prevenirla y evitar riesgos en la salud pública, es fundamental que quienes realicen actividades cinegéticas (técnicas y estrategias empleadas para cazar animales) consideren algunas pautas claves al momento de realizar estas prácticas.
En primer lugar, es importante remarcar que quienes se dedican a estas prácticas y elaboran productos (como chorizos, salazones y otros embutidos) con carne de jabalíes u otros animales silvestres envíen para analizar en laboratorio una muestra de carne (músculo) de cada animal y realizar la técnica de Digestión Artificial, única prueba diagnóstica que permite determinar si el alimento es apto para el consumo.
En los últimos años, la proporción de casos de trichinellosis detectados en especies silvestres representó cerca del 46% del total de casos animales, de acuerdo al último informe Notificaciones de Enfermedades Denunciables, la mayoría de ellos detectados en la región cordillerana de Neuquén. Considerando períodos anteriores con una positividad menor (inferior al 30% entre 2014 y 2023), el aumento de la detección representa un trabajo articulado y de concientización con los cazadores, tanto para remarcar la importancia de la notificación como del diagnóstico de la carne de estos animales, previo a su consumo.
Otro punto destacado es que, al finalizar la actividad, no se debe dejar las carcasas en el campo y al alcance de otros animales silvestres o domésticos, ya que estos pueden recircular la parasitosis y no frenar el ciclo de la enfermedad. Por ello, es fundamental disponer de manera segura los restos de la caza para evitar que otras especies entren en contacto con ellos.
El papel que cumplen estos actores en la cadena de notificaciones que recibe el Senasa, permite conocer el estado de situación real de esta enfermedad en animales silvestres, detectar el origen del brote animal cuanto antes y evitar riesgos en la salud de las personas que consumen estos productos cárnicos.
Por eso, al tratarse de una enfermedad de notificación obligatoria establecida por normativa oficial, es muy importante dar aviso al Senasa a través de su oficina más cercana (personal o telefónicamente); por WhatsApp, al (11) 5700 5704; por correo electrónico a notificaciones@senasa.gob.ar; en el Formulario Avisa al Senasa, en el sitio web oficial.
