Vecinos y miembros de la diócesis de Chascomús se unieron este lunes para poner en marcha la recuperación del histórico monasterio de Gándara, destacando el compromiso con la preservación de un legado arquitectónico y cultural invaluable
La comunidad respondió de manera ejemplar a la convocatoria del Obispo Juan Ignacio Liébana para restaurar el histórico monasterio de Gándara. Este lunes, 17 de junio, desde las 9 de la mañana, vecinos y miembros de la diócesis se unieron en una jornada intensa y productiva. Armados con escobillones, palas anchas, baldes, carretillas, serruchos, tronzadores, motosierras, bolsones y bolsas, trabajaron incansablemente para rehabilitar el hogar de huérfanos, la capilla y el colegio, joyas arquitectónicas diseñadas por Alejandro Bustillo hace más de ochenta años.
La actividad culminó con una emotiva Santa Misa en el majestuoso entorno del paraje Gándara, ubicado a 25 kilómetros de Chascomús. A pesar de haber permanecido abandonado por más de medio siglo, el esplendor inicial de estas construcciones aún se vislumbra gracias a la calidad excepcional de los materiales utilizados en su edificación.
Desde la llegada del nuevo obispo a Chascomús, la recuperación de este invaluable patrimonio ha sido una prioridad para la diócesis, logrando involucrar activamente a toda la comunidad en este loable proyecto de restauración. La Capilla Nuestra Señora del Rosario, inaugurada en 1938, y el Colegio Apostólico San José, erigido dos años después, son testimonios vivos del legado arquitectónico de Bustillo y del compromiso de preservar nuestra historia cultural y religiosa.
Además, estas labores de limpieza y restauración se suman a los estudios de campo realizados por profesionales locales, quienes han delineado un proyecto integral de recuperación. La comunidad local continúa siendo fundamental para asegurar que este patrimonio recupere su esplendor original y se mantenga como un símbolo de identidad histórica para futuras generaciones.
Este esfuerzo colectivo no solo busca restaurar edificaciones, sino también revitalizar el espíritu de solidaridad y comunidad que define a nuestra diócesis.
Créditos: El Cronista