Por Raúl Fernando Uribarri
Promediaba el año 1983 cuando Juan Carlos Veramendi se consagraba como candidato a intendente del partido Justicialista luego de vencer en elecciones internas al Dr. Peralta.
Por entonces, Veramendi representaba una lista de gente joven, sin mucho rodaje en política pero con mucho empuje e ideas renovadoras. También lo acompañaban dirigentes de peso y de mucha historia dentro del peronismo. Una parte de la comunidad conocía a Veramendi por su profesión de carnicero y por haber sido un trabajador de la fábrica de Jeppener donde también exhibió representatividad gremial.
La oscura noche de la dictadura llegaba a su fin y atrás quedaba también la guerra de Malvinas. Había gran expectativa por la democracia que se acercaba y pocos creían que en el orden local se pudiera poner fin a la hegemonía de Defensa Comunal que gobernaba el municipio desde mediados de la década del 50.
Con propuestas sencillas como gestionar fuentes de trabajo para evitar el éxodo de los jóvenes, y con mucha actividad para recorrer cada uno de los hogares del pueblo, Veramendi ganó las elecciones generales y se convirtió en el intendente más joven del pueblo con tan solo 32 años.
Desde aquel entonces Juan Carlos Veramendi construyó una carrera política que lo llevó a ser consagrado intendente en cinco oportunidades (1983-1987; 1987-1991; 2007-2011; 2011-2015; 2015-2019), también fue diputado provincial en dos ocasiones (1991-1995 y 2003-2007) y Diputado Nacional desde 1995 a 1999.
Durante la Presidencia de Eduardo Duhalde ocupó cargos en importantes organismos nacionales, y continuó siendo funcionario en el inicio del mandato de Néstor Kirchner, hasta que decidió volver a la legislatura bonaerense.
Vasco Veramendi diseñó y ejerció una forma de hacer política que para muchos aún sigue siendo inadvertible. Basado en escuchar y atender a todos los vecinos, supo construir compromisos que iban más allá de lo electoral y de lo ideológico.
Se han dicho y se dirán cosas terribles de Veramendi, pero más allá de los mitos, su obra, su dedicación y su trabajo están a la vista. Su empeño en recuperar tierras fiscales, por ejemplo, permitió que se convirtieran en terrenos donde decenas de familias pudieron construir sus hogares, o que se consolidaran barrios edificados por Nación o Provincia.
Detrás de muchos proyectos, incluyendo numerosos privados, estuvo el respaldo de Veramendi. Se involucró en iniciativas deportivas, culturales, empresariales, oficiales o privadas abriendo puertas y facilitando trámites.
A lo largo de su carrera, supo establecer estrechos lazos con encumbrados dirigentes del peronismo como Antonio Cafiero o el ex Presidente Duhalde. Cada funcionario o dirigente que visitó Ranchos en los últimos años, pasó por la casa de Veramendi cuando su salud no le permitía ir al municipio o a la sede del PJ.
La muerte de Juan Carlos Veramendi, además del vacío que su ausencia implica, deja un importante desafío para mantener los vínculos que él había establecido con la comunidad.