Pato Ballejos: El Mural “fue algo que tocó fibras muy sensibles de todo un pueblo”

En el marco del acto aniversario de los 25 y 50 años de egresados de las promociones 1975 y 2000 de la Escuela Secundaria Nº 2 “Genaro Pérsico” (Ex Colegio Nacional), se llevó adelante el descubrimiento de un mural realizado por el artista plástico, profesor y ex alumno de la institución, Patricio “Pato” Ballejos junto a alumnos de 2º y 3º año.

publicidad

En él, se rinde homenaje a la propia institución, a Ana y Noel Novelino, y también a ex alumnos y profesores fallecidos, que fueron responsables de la formación académica de la promoción 2000 (entre otras).

Desde el momento en que MD (único medio en el acto) hizo público el descubrimiento del mural, comenzó a gestarse una oleada de admiración y reconocimiento para el artista, que logró con su obra emocionar a cientos de corazones rancheros.

Hoy, es el turno del propio Pato, de contar cómo surgió esta idea, cuál fue el proceso creativo, y las vivencias que tuvo antes, durante y después de esta obra:

“En el proyecto anual, cuando empiezo a plantear las actividades por meses, me doy cuenta que además de ser profe, y de ser los primeros 25 años del milenio, se cumplían los 25 años de mi egreso. Entonces, lo propongo al equipo directivo, quienes me ofrecieron total apoyo desde el minuto cero, y ahí empiezo a darle un poco de forma. Lo primero que pensé fue en homenajear a Noel y Ana (Novelino), caseros eternos de la escuela; y en Corita (Pesqueira), porque para mí fue un referente”, comienza explicando.

En el caso de la profesora de Historia, que tantas huellas dejó en muchos alumnos, y que hoy, no se encuentra físicamente entre nosotros, tuvo que ver para Pato, además de haber sido alumno y hoy como docente, que “cuando murió mi papá, empiezo a asistir al Instituto (ISFDyT, lugar donde Corita se desempeñó también) con mi mamá que era auxiliar, y yo la ayudaba a limpiar (…). Entonces, la casa de los Novelino y la escuela, para mí fueron un patio de juegos en mi infancia. Así que tiene mucho valor afectivo esa escuela. Me toca una fibra muy familiar, muy íntima, y muy nostálgica”.

Si bien, este proyecto se comenzó a pensar como un homenaje a los históricos porteros, amados y respetados por varias generaciones, “se fueron encadenando un montón de cosas. Pensé en Topi (Andrés Eseiza), en Gudu (Matías Verbrugghe), y lo loco de pensar estos 25 años sin ellos, siendo jóvenes, ya no tenerlos. Y después, en charlas con compañeros (ex compañeros de escuela, y hoy de trabajo), empieza a tomar más fuerza, y empiezan a colaborar y decirme ‘no te olvides de tal profe’, porque con el tema de las orientaciones que había”, donde cada división tenía distintos profesores, se corre el riesgo de olvidar alguno. Así que “se fue armando entre la promoción, si bien era un proyecto que salió desde la escuela, y desde los pibes”, aclara.

Actualmente, Patricio Ballejos da clases en tres cursos de 3 año, y uno de 2º, “y ahí se fue planteando para abordar con todos los años, y los chicos se engancharon bien. Con el miedo de pintar en vertical, los tiempos no eran muy lejanos… pero siempre con muchísimo respeto”.

“Es difícil para un artista plástico estar pintando (en ese contexto). Los retratos los hice yo, por una cuestión de complejidad, pero por ejemplo todo el frente de la escuela lo pintaron los chicos, las máquinas, las flores no me olvides la pintaron los chicos; consciente de qué se podía hacer y qué no, y que quedé algo estéticamente lindo, y no frustrar a los chicos. No se obligó a nadie a pintar, lo hizo el que quiso, y el que no se lo respetó, pero se quedaron tranquilos, no tuve que estar cuidándolos. Las preceptoras también me dieron una mano increíble, porque esas cosas solo no se pueden hacer, no se pueden generar”, resalta Pato.

“Ni imaginábamos la repercusión que íbamos a tener, ni todos los corazones que íbamos a tocar. Yo siempre les hablo a los chicos de la obra, cuando toca al espectador, y el más claro ejemplo fue este. Una obra, que es algo institucional, pero que sin embargo tocó a todo un pueblo, porque todos atravesamos por esa escuela”, analizó Pato, y desde nuestra óptica agregamos que también llegó a aquellos que no cursaron su secundaria en la Escuela, pero que sin embargo fueron familiares, amigos, o simples vecinos de quienes hoy están plasmados en esa pared, y dejaron una huella en sus vidas.

“Fueron días de muchísimos mensajes”, donde también se creó como un juego de tratar de reconocer a quienes habían sido pintados”, y se desconocía que había tenido un paso por “el Nacio”, como el caso de Nenina o Rosita.

Cabe explicar que además de los mencionados Ana y Noel, que se encontraban presentes en el acto de reencuentro, también se rindió homenaje a los ex alumnos Eseiza y Verbrugghe, con la presencia de familiares, al igual que los docentes también fallecidos, Carlos Lezcano, Corita Pesqueira, Alicia Duarte, Rosa Speranza, Vilma Roselli, Nenina Frick y Lizzi Irigoyen.

Al mural “lo terminé el viernes a las 12, con una alumna que se re copó y se puso a la par mía a pintar, Agustina Korell, que es hija también de una egresada… Terminamos de pintar, y dar un pasito para atrás y decir ‘ya está todo’. Sin querer se fue dando algo que en ese momento pensábamos que iba a ser algo institucional, y cuando ustedes (MD) suben el video, y estando en el acto me empiezan a caer notificaciones, notificaciones, y notificaciones…. Recién el sábado caigo de todo lo que se había generado con el mural. No sé si hubiera sospechado la magnitud que iba a tomar”, reconoce.

El vínculo con la familia de los compañeros desaparecidos físicamente también fue muy lindo para el artista, que considera que este mural fue como darle un cierre o despedida a Topi, principalmente, que falleció en pandemia; y “ayuda a esa familia a cerrar un poco, a asentirse abrazada. Se sintió el aplauso que se les brindó a esas dos familias, y yo creo que esa noche se los abrazó fuerte, fuerte”.

“Fue algo que tocó fibras muy sensibles de todo un pueblo, por las repercusiones que tuvo, y por cómo se manifestó la gente. Por ahí gente que ni conozco, cuando salía a la calle me decía ‘me encantó el mural’. Adonde fuera, todo el mundo hablando del mural. Ahí es donde la obra empieza a tomar la fuerza que ni sospechas que va a surgir, y me pareció realmente hermoso”. 

Este homenaje trascendió lo meramente institucional, y simbólico de celebrar 25 años de educación en el presente milenio. Fue un homenaje a “quienes nos formaron. Muchos egresados del 2000 decidimos seguir y hacer carrera en la docencia. Son estos profesores, también, los que te marcan un norte, y un modo de ser docente, y de cómo llevar adelante”, medita Bellejos.

Este mural “es un homenaje, no para banalizar nada, sino para homenajear de corazón a quienes estuvieron en nuestra formación, y quienes se pusieron la camiseta de la escuela, y de la escuela pública, y la defendieron todos los días. Creo que nos marcaron un norte muy bien marcadito”, completó.

Para Noel y Ana este reconocimiento a la entrega que por tantos años tuvieron para con la escuela, fue sorpresa, y según le contó una de las hijas a Pato, “no podían creer ser homenajeados, y de este tipo de manifestación que se hizo colectiva”, y muy emocionados también con las demostraciones de afecto a través de las redes sociales. “Es gente que ha marcado con lindos actos, a generaciones y generaciones”, remarca entre anécdotas de momentos vividos.

“A mí me llena el corazón, haber sido yo quien hizo este homenaje. Y se los dije esa noche.  Ellos me abrieron las puertas de su casa, me hicieron sentir querido, y que hoy pueda devolverles lo mínimo que puedo hacer, que es esto, lo que yo hago. Me alegra muchísimo el poder retribuirles lo mínimo, porque fueron realmente muy buenos con mi mamá y conmigo. Emocionalmente, me pega por todos lados el mural ese, por los chicos, por Juli, por los nenes, por María Rosa (familia de Topi), por Elena (mamá de Matías), y por los profes, obviamente. Está hecho con mucho respeto, mucho amor. Sí, hay cosas que corregiría, siempre hay cosas que volvería a hacer, porque por ahí soy muy exigente con lo que hago, y con mi trabajo, pero creo que lo que surge desde el amor, nada puede salir mal”, considera.

En cuanto a lo técnico del mural, “está pintado con acrílico, en monocromía, llevándolo a luces y sombras con aguadas y colores plenos”. La idea, y decisión de las imágenes a dibujar fueron decisión de Pato Ballejos, en primer lugar, porque fue pensado desde la óptica de un ex alumno que cumplía 25 años de egresado, y, por otro lado, porque se pensaba homenajear a personas que los chicos no conocieron en muchos casos; así como también en los objetos que lo componen, como una máquina de escribir, que las nuevas generaciones ni siquiera registran: “habla de una escuela que ya no la tenemos. Incluso, fuimos la última promoción de quinto año”, recuerda Pato, donde la etapa de Polimodal siguió por muy poco tiempo, “y que abrimos el milenio nosotros. Eran muchas cosas, que todo encastraba justito, y la propuesta habla desde un ex alumno que hoy transita la escuela desde otro lugar. La transité desde todos los lugares que te puedas imaginar, porque fue patio de juegos, con Jorgito Pesqueira y Ari Novelino… era un poco como el patio de casa; y después la transitaba como alumno, y de noche la limpiaba con mi mamá para entregarla limpia al otro día”, puntualiza.

Con respecto a las imágenes de los profes, la idea era que fuera sorpresa, pero la imposibilidad de conseguir algunas fotos, hizo replantearse esa alternativa. Sin embargo, en algunos casos, el artista debió apelar a su memoria, y dibujarlos mediante el recuerdo que tenía de ellos. Tarea que solo alguien con una memoria fotográfica privilegiada puede lograr.

La tecnología también fue aplicada al momento de incorporar a los alumnos en la concreción del mural, utilizando un proyector para copiar las imágenes, y fue así como ellos realizaron el escudo, la escuela, las flores, entre otros objetos, que hicieron más realista la visión del frente de la escuela, con sus bicicletas estacionadas, o los perros en la rampa.

“Se disfrutó muchísimo, y los chicos participaron, que es lo que yo quería. No quería hacer un mural yo solo, sino que quería que estén los pibes, los alumnos de hoy, también presentes en la realización, y se dio.  Por ahí, no con el tiempo que nos hubiera gustado, pero llegamos”, dice con satisfacción, luego de tres semanas de intenso trabajo.

“Para mí como profe, y teniendo a mi hija de alumna, pintar con Amanda fue increíble, Eso me lo llevo para el resto de mi vida. Compartir un proyecto de semejante dimensión afectiva, y haber tenido el honor de pintar con mi hija, y que me entienda cuando le pido que me prepare un color determinado. Lo mismo con el resto de los alumnos, pero para mí, cumpliendo 25 años de egresado, siendo profe, tener esa experiencia con mi hija, fue como la frutillita que coronó el postre”, concluyó Pato Ballejos.

Noticia patrocinada por